El papel de las redes sociales en nuestra vida, que ya era notable, aumenta exponencialmente con la aparición de la epidemia del COVID-19. Junto con la tristeza generada por las redes sociales, se ha extendido un nuevo tipo de fatiga: la zoom fatigue.

Una de las innumerables consecuencias del COVID-19 es que todos somos víctimas de la zoom fatigue, la fatiga de la videoconferencia. De esta manera, estamos experimentando un tipo de colapso emocional llamado tecno-tristeza, una tristeza de carácter tecnológico generada por una vida consumida en las grandes plataformas “sociales”. Esta tesis está recogida por una reflexión aún más amplia del reconocido académico Geert Lovink, uno de los protagonistas europeos de la construcción de una perspectiva crítica sobre los nuevos medios y autor de numerosos libros (el más reciente es Sad by Design: On Platform Nihilism).

Los efectos colaterales del Zoom y las redes sociales: el lado oscuro de la Red 

A finales de 2020, Lovink presidió la conferencia online “El lado oscuro de la red”, que formaba parte del ciclo de seminarios “Humanidades, informática y medios digitales” organizado por el Centro Internazionale di Studi Umberto Eco de la Universidad de Bolonia

El análisis del conocido investigador se dirige al software social de la Red e incide en los discursos que se desarrollan en las mailing lists, en blogs y también en los eventos offline y relaciones que se dan gracias a la propia Red. En línea con los usos y abusos de la Red incrementados por la reciente pandemia, Geert Lovink se centra en los efectos colaterales y en el impacto negativo que el uso de Internet y de las redes sociales ha sobre los seres humanos, y desmantela dos cuestiones: la zoom fatigue, el cansancio provocado por la continua interacción con una pantalla, y el impacto emocional generado por las redes sociales. 

COVID-19, smart working y videoconferencias

Con la propagación de la nueva enfermedad del Coronavirus y los continuos cierres, las empresas han tenido que reorganizarse para seguir con su actividad y cumplir con la nueva normativa. 

Los sectores y empresas que han tenido la oportunidad han introducido – o ampliado, como es el caso de Spindox – el smart working, trasladando la oficina al domicilio de cada empleado y utilizando las videollamadas como principal medio de comunicación. Para Lovink, está claro que existen importantes limitaciones para reunirse a través de Zoom y no en persona, aunque ahora mismo parece ser la única solución viable para muchas empresas. 

Las empresas se han visto obligadas a adaptarse rápidamente. Se han centrado en el smart working. Para algunos, se trataba de forzar un camino de transformación digital; para otros, se trataba de acelerar dicho proceso. 

Las consecuencias de la zoom fatigue y las redes sociales en los usuarios

Si bien estas plataformas son la solución a los límites impuestos por la pandemia, Lovink señala que el smart working provoca inevitablemente efectos secundarios en el estado psicofísico de las personas. La Zoom Fatigue. 

El concepto de zoom fatigue se extiende, claramente, a todas las plataformas del mismo tipo como Microsoft Teams, Skype for Business, Google Classrooms, Google Meet, GoTo Meeting, Slack, BlueJeans, etc. La principal causa de la fatiga está relacionada con el esfuerzo que tiene que hacer el cerebro por no poder interactuar físicamente con una persona y tener que gestionar diferentes actividades, sin que aparentemente haya una verdadera concentración. Zoom y todas las plataformas de videollamada también han aumentado la carga de trabajo de cada persona, reduciendo así el tiempo disponible para los amigos, la familia y el ocio. 

El escenario virtual, las plataformas de videoconferencia y las redes sociales 

Paradójicamente, resulta difícil relajarse durante las conversaciones que tienen lugar en este tipo de plataformas digitales. Uno se siente siempre observado, como si fuera un actor en un escenario: incapaz de abandonarlo antes de haber completado su parte. Sientes la presión y la necesidad de actuar, de darlo todo, y es muy estresante. 

Además, la posibilidad de ver la propia imagen en la pantalla crea la sensación de estar en una habitación llena de espejos, lo que genera fatiga en el individuo que sigue mirándose a sí mismo, prestando atención a cada detalle con la esperanza de aparecer de la mejor manera posible. Nuestro Paolo Costa se ha centrado en este tema en particular, en una interesante reflexión titulada “The Backround is the Message: semántica y pragmática del fondo”. 

Es importante añadir que la falta de contacto visual y de retroalimentación no verbal crea una sensación de distanciamiento. Como resultado, es como si viviéramos en modo “galería” en un escaparate virtual en nuestra red social preferida, en constante actualización. 

El propio Zoom se convierte en el lugar que antes ocupaba la oficina. Al no estar realmente en la oficina, nos olvidamos de lo que intentamos imitar y de lo que intentamos recrear, fusionando así lo que es personal con lo que no lo es. 

Las redes sociales y la tristeza tecnológica

Los medios sociales no son algo esencial que pueda definirse dentro de una categoría como, por ejemplo, la esfera económica. Pero se puede decir que lo social existe en el momento en el que se crea la agregación de usuarios y perfiles. 

Además de la zoom fatigue, Lovink destaca otro aspecto relevante de su investigación: nuestra identidad está cada vez más limitada por las redes sociales. A través de estas plataformas nos expresamos. Por lo tanto, el perfil de las redes sociales asume un papel cada vez más importante. Por eso, una amenaza en las redes sociales tiene consecuencias en la vida real. 

La paradoja se crea cuando las redes sociales, a pesar de definirse como fuente de enriquecimiento social, provocan tristeza. Las causas que generan esta emoción pueden ser varias: la continua recarga de la Home Page de estas aplicaciones con la esperanza de encontrar algo nuevo e interesante, la lectura compulsiva de información, enfrentarse a noticias falsas que generan enfado, conocer datos y detalles sobre personas y cosas que probablemente no hemos visto en persona… Además de la tristeza, son una fuente de ansiedad de rendimiento relacionada con el número de visitas, likes y comentarios. 

Realidad y ficción: el dilema de las plataformas de conexión social

El smartphone se ha convertido en una extensión de nosotros mismos: el separarnos supone prácticamente una mutilación. En consecuencia, las redes sociales y nuestra psique se han convertido en una sola cosa, transformando la vida cotidiana en una vida de exposición social. 
 

Ello resulta en un nuevo híbrido entre la vida vinculada a las redes sociales y la estructura psíquica del usuario. En esta nueva dimensión, todo gira en torno al individuo y a su perfil, definido por el número de likes y seguidores. La realidad y la ficción se mezclan y cada vez es más difícil distinguir los elementos de una y otra. La tristeza resultante se asocia a la falta de conexión con la realidad. Y la única solución para superar este estado parece ser el odio. 
 

Sin embargo, la tristeza siempre ha existido. Incluso antes del nacimiento de las redes sociales, los humanos sentían tristeza. Y no es una emoción negativa, al contrario, ha ayudado a la especie humana a evolucionar señalando situaciones peligrosas o potencialmente dañinas. La tecno-tristeza, en cambio, es un asunto diferente: surge cuando estamos lejos de nuestros teléfonos móviles. Los resultados de esta tristeza tecnológica son la sensación de cansancio, el agotamiento y la pérdida de energía. Todo esto dista mucho de la emoción que todos conocemos y hemos experimentado de forma totalmente natural a lo largo de nuestras vidas. 

De hecho, hay que tener en cuenta que la tristeza no es una enfermedad como la depresión, sino que es una condición emocional normal del ser humano.

El afán de buscar eventos digitales 

La realidad de los blogs en la era de la Web 2.0 ha sido ampliamente superada por las redes sociales, que permiten actualizar en tiempo real lo que estás haciendo. Las historias de Instagram son una cadena de eventos cuya duración es igual a la de un día. Una vez que el tiempo se ha agotado, el individuo está listo para seguir adelante, en busca de nuevos eventos. De hecho, la desaparición de las stories permite reducir la tristeza que se siente al buscar nuevas perspectivas, sin tener que lamentarse por lo que ha sido y ahora ya es pasado. 

Los individuos confían en las redes sociales porque creen que son capaces de controlarlas. Pero, en el momento en el que uno entra en el vórtice de esta dimensión, no es tan fácil salirse de ella. Asimismo, uno no se da cuenta de las consecuencias de la zoom fatigue. En algunos casos, vivir en la nueva realidad social puede hacer que el individuo experimente una reducción de la autoestima debido a la falta de gratificación inmediata. La tristeza también aparece cuando las personas están agotadas por el mundo online y necesitan descansar de los golpes de realidad. 

Borrar el perfil de las redes sociales

Si intentáramos deshacernos de nuestro perfil, que es lo que nos identifica, ¿qué ocurriría? 

En la era de las redes sociales, “cancelar” se traduce en dejar de seguir o cancelar de los contactos a una persona, introduciendo la “cultura de la cancelación”. La pérdida de seguidores corresponde a la pérdida de la reputación, pero también a la pérdida de ingresos. De hecho, un menor número de “likes” es símbolo de un menor beneficio. Y este es el precio que tienen que pagar los intelectuales y los artistas cuando entran en el torbellino de las redes sociales. 

Todo depende de algoritmos cuyo objetivo es el de generar el mayor número de interacciones (click, likes, comentarios, retweets y demás) para mantenernos en el canal social el máximo tiempo posible. Como las redes sociales cambian constantemente su algoritmo, el individuo que intenta hacerse notar sufre y siente la presión del cambio. Todo ello dificulta la creación de contenidos, lo que al mismo tiempo provoca un distanciamiento de las propias plataformas. Pero la ausencia en la red social en cuestión, y, por tanto, la falta de postproducción hace que uno sea olvidado por el algoritmo, obteniendo así menos visitas y reiniciando el ciclo. 

El auténtico lado oscuro de las redes sociales y las plataformas de videoconferencia 

Si en los primeros tiempos las redes sociales se consideraban sólo una forma de entretenimiento, hoy, como señala Lovink, afectan a la realidad psicológica de una forma mucho más profunda de lo que podemos imaginar.

El uso incontrolado de Internet provoca diferentes emociones y estados de ánimo según lo que se haga, y tiene un impacto innegable en el ser humano. La fatiga y la tristeza generadas por un uso desmesurado de las redes sociales afectarán al bienestar del individuo. Esto tendrá repercusiones tanto a nivel personal como en las relaciones con los demás.

Dado que no podemos escapar de la realidad de la red, ni librarnos de las redes sociales, no es fácil imaginar una posible solución a estos dilemas que hemos planteado. Se podría pensar en redefinición y reestructuración. Es bueno recordad que, en cuanto se tiene la oportunidad, apartar la mirada de la pantalla durante el mayor tiempo posible aporta considerables beneficios, no sólo para hacer frente al tecnoestrés, sino también a la zoom fatigue y a la tecno-crisis provocada por las redes sociales. 

Sin embargo, lo que debemos aprender a hacer más que nada es recordar que son herramientas con un potencial increíble, y hay que buscar la manera de vivir con ellas.  

Intentando, eso sí, sacar lo mejor de cada una.